Todas las ciudades de América Latina y con mayor intensidad las bolivianas, dejan en su proceso de expansión bolsones de áreas sin ocupar, que en poco tiempo se deterioran y degradan al ser usados como botaderos o en el peor de los casos se convierten en lugar de reunión de pandillas o grupos al borde de la ley, afectando la normal convivencia social y haciendo al vecindario víctima impotente de su presencia delincuencial. Esos “rincones de barrio” y sus consecuencias plantean un problema de seguridad en el desarrollo del modo de vida cotidiano del habitante común, exigen soluciones más racionales y duraderas que la simple intervención policial, la que en realidad no es efectiva porque sus efectos duran muy poco.
Las experiencias en el tratamiento de esos espacios #miekoparqueseguro nos indica que la forma de neutralizar dichos espacios y promover un nuevo orden de su uso es “urbanizarlos”, interviniendo en una acción racional, que consiste en insertarlos en las estructuras ambientales ya consolidadas como centros de contacto social y equipamiento recreacional destinados al “tiempo libre” que se acopla a los recursos de carácter barrial destinados a la interacción vecinal segura abarcando las diferentes edades, incluyendo, por lo tanto, a los miembros adultos que van de acompañantes.
Racionalizar o urbanizar de un modo sostenible significa abrirse a la innovación, ya que no solo exige una visión clara de lo que se quiere, sino también tener definidas las premisas de diseño físico (ecodiseño) y a la aplicación de tecnologías de reciclaje y un criterio holístico de su planteamiento.
Así, desde Mamut y Fundación AGUAYO, cuando decimos que aportamos a la implementación de “ciudades sostenibles” conocemos el camino a tomar y evaluamos con precisión los resultados de impacto sobre la población usuaria, el contexto ambiental y su modo simbólico de existir.
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